La tristeza que me sobreviene al terminar de exprimir las páginas de un libro es directamente proporcional al impacto que me haya generado esa lectura. La contradicción entre avanzar con urgencia para saber cómo cierra una historia y demorar el final por resistencia a abandonarla. Aprovechar cada ocasión que se presenta para volver a perderse entre las páginas. La sensación de vacío cuando llegás a la última.
Durante estas últimas tres semanas estuve inmersa en Nuestra parte de noche, la novela escrita por Mariana Enríquez y publicada a fines del 2019 que mencioné en la edición pasada. La terminé hace unos días y la fascinación que me despertó aún no se evaporó: el enamoramiento es total. A esta altura, decir que es una obra maestra es una obviedad, sí, y que tiene muchísimos admiradores, también, pero sé que muchas personas no se le animan por el género al que pertenece (como me pasaba a mí) o por su extensión. Esta es mi oportunidad para decirles que por favor tiren sus prejuicios a la basura y LEAN A MARIANA ENRÍQUEZ.
Enmarcada en tiempos de dictadura militar, violencia y tensión, Nuestra parte de noche sigue la historia de un padre y su hijo que atraviesan Argentina desde Buenos Aires hasta las Cataratas de Iguazú. Tras la muerte de la madre de Gaspar en circunstancias poco claras, Juan emprende un viaje con el fin de escapar del destino que le depara al niño, que como su padre, está llamado a ser médium en una sociedad secreta que realiza rituales para contactar con la Oscuridad y perpetuarse eternamente.
“Este libro lo escribí en total libertad y salvajismo, diciendo "voy a juntar todo lo que me gusta": rock, ocultismo, kitsch, medicina, chicos lindos, papá y mamá, Cormac McCarthy, mujeres ausentes pero poderosas, David Bowie, poesía, la militancia en La Plata en los 90”, compartió la autora en este podcast que recomiendo escuchar después de leer la novela (son dos episodios).
Su habilidad reside además en cómo logra la verosimilitud en el relato: construye personajes de manera tal que nos permite conocerlxs a fondo, empatizar y conectar con ellxs para que después podamos creer que hacen las cosas que hacen.
Enríquez, a lo largo de unas generosas 600 páginas, combina el terror, lo gótico, el suspenso, algo periodismo y las elipsis temporales para generar un universo propio que contiene, como ella misma admite, todas sus obsesiones. Aborda múltiples temas como la identidad, la amistad, el devenir adulto, la crudeza de la realidad, los vínculos de familia, la construcción de la sexualidad y el poder, la relación con lo sobrenatural y la crueldad humana, y los inserta en contextos sociohistóricos variados como Argentina entre los años 80 y 90, la Londres psicodélica de los sesenta y la irrupción del HIV en el mundo. Una novela inolvidable.😍
La peor persona del mundo
Hace unos días vi dos películas muy buenas y altísimamente recomendables. Una de ellas es The Worst Person in the World (Verdens verste menneske, 2021), una comedia dramática noruega dirigida por Joachim Trier. La película, dividida en un prólogo, doce capítulos y un epílogo, sigue a Julie, una mujer en constante crisis existencial que no tiene reparos en cambiar de carrera, trabajo, look, círculo social y pareja cada vez que siente que le falta algo, o más bien, que se pierde de algo más. ¿Qué es aquello que busca de manera constante para encajar en el vacío interno? ¿De dónde viene esa sensación de incompletitud?
Lo central en la cinta es el abordaje de la crisis de los casi treinta años y el devenir de una adultez que conlleva más preguntas que respuestas. No es tanto el interrogante acerca del sentido de la vida en general o de la existencia propia, sino más bien acerca de eso “especial” que se busca, o sobre cómo romper con la tradición de generaciones precedentes que manejaban su vida laboral/profesional/personal en términos absolutos. La posibilidad de dudar, equivocarse, cambiar de rumbo una o diez veces o disfrutar el proceso sin pensar en la meta es algo nuevo, que cuesta y duele pero da respiro.
Me encantó porque la temática interpela a todas las personas de la edad de Julie que conozco (incluida quien escribe): ayer mismo tuve, para mi sorpresa, una conversación hermosa y larguísima al respecto con alguien y las preguntas y atisbos de conclusiones siempre se parecen. Pueden ver la peli por ahí, en la vasta internet, y acá, un avance.
Datito extra: The Worst Person in the World fue nominada a muchos premios, incluyendo Mejor Película Extranjera y Mejor Guión Original para los próximos Oscars (sí, todos los veranos desde hace como veinte años estoy muy pendiente de esas cosas). Y Renate Reinsve se llevó uno en Cannes como Mejor Actriz por su Julie.
En qué ando
Leyendo: obviamente ahora sólo quiero conseguir lo que no leí de Mariana Enríquez, pero también estoy a punto de terminar el mismo libro que mencioné hace dos semanas y una novela corta llamada Estado de malestar, de Nina Lykke (que sí, también es noruega y retrata a una joven en crisis. #monotemática 😂). Además:
A propósito de lo insoportable e inflexible que se pone el mercado con el tópico “amor” (más bien, el amor de pareja) durante la semana del 14 de febrero, en su newsletter de ciencia para Cenital, Agostina Mileo (a.k.a La Barbie Científica en redes) escribió sobre diferentes maneras de amar y cómo ella siente eso por muchas cosas. ✨Fárrago✨ trata, en esencia, de las cosas que amo y quiero que el mundo sepa, así que totalmente interpelada por su pensamiento, les dejo este fragmento:
“(…) un poco anonadada con las reacciones al Día de los Enamorados. Me resulta incómodo, forzado, una exhibición de parejas más que una celebración del amor (…) Básicamente es una fecha que comercializa algo que no se puede comprar. Y donde se crea una necesidad también se inventa una falta. En este caso, se introduce la idea de que no tener con quién pasar el 14 de febrero es un problema. Pero no es lo mismo que la ausencia de amor.
Nuestro sentido común asocia la palabra amor con las relaciones de pareja. Salud, dinero y amor es un gran ejemplo. Todos entendemos que el deseo es: bienestar físico, estabilidad económica, estar en pareja. La tríada para una vida completa. Porque aún hoy, aunque se pueda amar en un montón de relaciones, inclusive en vínculos que no son entre humanos, solo la falta de ese tipo de amor es percibida como incompletitud. El enamoramiento no es amor. Es muy lindo, sí, pero la de enamorados puede ser una relación superficial. El amor es una relación continua en la que la identidad se extiende para contener también aspectos de algo ajeno a nosotros, generando crecimiento mutuo. Y yo lo siento por muchas cosas.”
Este newsletter de historia está muy bueno y el sábado pasado la persona que lo escribe despachó un resumen sobre cómo se creó el FMI muy claro e interesante.
Esta nota sobre el trabajo y las vacaciones (“¿No cuesta nada mandar un mail desde la playa? ¿Si al volver a trabajar te estresás de nuevo, de qué sirve tomarse vacaciones?”) de El Gato y la Caja, un proyecto sobre ciencia en lugares que me fascina desde hace años y consumo un montón (tengo pendiente compartirles dos libros fundamentales hechos por este equipo).
Mirando: la semana pasada ví en Netflix The Power of the Dog, un drama de Jane Campion con Benedict Cumberbatch (💛) y Kirsten Dunst. George y Phil Brubank son dos hermanos propietarios de un rancho en Montana, USA, durante los años veinte. Diametralmente opuestos, Phil (Cumberbatch) es el hermano que disfruta de la vida rural y atemoriza a todxs, mientras que George (Jesse Plemons) es impasible y amable y prefiere la vida urbana. Cuando éste se casa en secreto con Rose (Dunst), una viuda del pueblo y la lleva a vivir al rancho junto con Peter (Kodi Smit-McPhee), su hijo adolescente tildado de “afeminado” por los hombres del campo, Phil emprende la tarea de hacerles la vida imposible hasta que alguien descubre su secreto.
Me pareció una joyita muy interesante porque usa el western casi como excusa para tratar temas muy complejos como la relación fraternal, los celos, la construcción de las masculinidades y la sexualidad. Lo que inicia como una especie de estudio de personajes (lento, analítico) se convierte en la segunda mitad en un thriller inesperado. Lidera las nominaciones al Oscar con 12 categorías y, si bien para mí no es LA película del año, me gustó mucho. 10/10.
Observando:
Finde.club armó en comunidad dos valiosísimos mapas para rastrear el mejor sanguchito de miga y las mejores medialunas. Por ahora son medio porteñocéntricos (hay un poco de Conurbano), pero con mucho para anotar y recorrer. Obvio, yo aporté mi data pues fan: las mejores medialunas son las de Atelier Fuerza, mi panadería favorita POR LEJOS (CABA y Olivos). Tema sandwiches aún no lo tengo muy definido, pero hace unos años los que más me gustaban son los de El sabor artesanal (Quilmes centro) y en CABA creo que por ahora, los de Los dos escudos.
Seguramente hayan escuchado hablar de Wordle, el juego que se volvió muy viral y consiste en adivinar cada día una palabra de cinco letras en seis intentos. Como buena amante de las palabras, lo juego a diario en español e inglés y me ENCANTA. Me gustan los derivados que surgieron en las últimas semanas: en este hay que adivinar países por su forma.
Hasta la próxima
¡Holaaa! ¿Cómo estás?
Escribí esta edición ayer impulsada por un subidón de energía/alegría/¿endorfinas?. Supongo que tiene que ver con que empecé a entrenar los sábados temprano al aire libre y me voy mucho más plena y satisfecha de lo cascoteada que llego por e vértigo de la semana. Los estímulos para madrugar un sábado con ese equipo hermoso al que me invitaron son multiples y creo que ya me enamoré, RECOMIENDO. Y ya que menciono el aire libre (lo fuerte que está el sol al mediodía, no puede serrrr), te dejo una nota que escribí este mes sobre protección solar y alguna reflexión sobre la obsesión por broncearse, por si te interesa chusmear de qué se trata el proyecto de ley que se presentó hace poquito en CABA.
Por otro lado, tenía muchas ganas de compartir lo que me generó la novela de Mariana Enríquez y la lección que acercarme a esa autora me deja como lectora y persona. La verdad es que leer algo de terror me frenaba un montón, pero no soy tan tonta como para obviar la adoración y el respeto que cosecha, así que el año pasado luego de escuchar una entrevista decidí sacudirme el rótulo de “no leo terror, no me va a gustar”. Leí primero el cuento “La casa de Adela”, que forma parte de la antología “Las cosas que perdimos en el fuego” (y que Enríquez hábilmente lo retoma en la novela), logré conseguir el libro, devoré su primer relato y de ahí, no hay vuelta atrás. Creo que buena parte del disfrute se debe a cómo trabaja el terror la autora para que conectemos de verdad con la historia.“Traducir el terror es trabajarlo desde el realismo y usar cosas que nos den miedo a todos por algún motivo cultural, político o psicológico”, dijo alguna vez.
El título de esta edición no es mío, sino que es una frase que pronuncia Juan, el protagonista de Nuestra parte de noche y me pareció atinado porque a simple vista, no pensé que me iba a enamorar de una historia en la que predomina la crueldad (que de bella, no tiene nada). Y bueno, cuando algo me gusta también soy capaz de este nivel de entusiasmo:
En fin, creo que esta edición se hizo un poquito más larga y cargada, pero ojalá algo de todo lo que te comparto te resuene. Gracias por leer hasta acá, y si sos de las nuevas personas que se suscribieron en estas dos semanas, ¡bienvenidx! :) Si algo te gustó, te dio curiosidad o resultó interesante, podés recomendarle Fárrago a alguien, escribirme o compartirlo en redes y etiquetarme (estoy acá y acá). ¡Todo feedback es útil!
¡Que tengas un lindo día!
Sofi
Sofi, ya me agendé para ver The power of the dog. Me generaste mucha intriga con el libro de Enriquez, ya lo busqué en ML.
Charlaremos luego de nuestros hermosos entrenamientos de los sábados sobre lo que pude concretar leer o ver. Gracias por compartir tus lecturas y experiencias con tan lindos relatos. Besos. Caro