No tengo nada para decir cuando estoy muy bien. No tengo nada para decir cuando estoy muy mal. Ni cuando caigo en picada. Es que solo se escribe una y otra vez el mismo poema y el mío dice: mirá, al final, otra vez estamos saliendo a flote. Tamara Grosso, "El mismo poema".
Jean-Paul Sartre escribió en El ser y la nada algo así como: “Lo importante no es lo que se hace de nosotros, sino lo que hacemos nosotros mismos de lo que se ha hecho de nosotros”. Las personas construimos nuestra identidad y la vamos transformando según las herramientas con las que contemos en cada etapa de nuestras vidas y el contexto particular en el que estemos insertas. Pero también creo que somos en buena parte lo que otras personas recuerdan de nosotrxs, la impresión que dejamos en ellas.
Desde que estoy en modo balance de mis veinte, descubrí que un poco me preocupa la impresión que dejo en quienes me rodean. Bueno, en algunas personas. Antes pensaba que todxs veníamos al mundo a hacer algo grandioso. Pensaba que yo iba a hacer con mi vida algo “enorme”, pero nunca me puse a pensar qué. La verdad es que hace poco descubrí una idea más coherente: eso grande que vimos a hacer tiene más que ver con algo tan sencillo como ejercer la amabilidad y la ternura con lxs demás. Dejar una marca positiva en esas personas que pasan por tu vida. Parafraseando a Fontanarrosa: que tus amistades sonrían cando te ven llegar, que se puedan sentir cómodxs en tu compañía. Me parece que lo que realmente importa es el recuerdo que dejamos en esas personas.
La semana fue difícil, ya lo dije, mientras camino al trabajo fantaseo con la trascendencia. Tamara Grosso, "Carta a los antropólogos del futuro".
Yo también busco, creo, dejar una huella por más pequeña que sea. Yo también, cuando voy a ese trabajo que tanto me desquicia y no puedo dejar, fantaseo con la trascendencia.
Notas sobre la construcción de memoria
Marzo es un mes sensibilizante, de mucha reflexión, de volver a pasar por momentos puntuales. El 24 fue el Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia, de modo que fue inevitable que lo tomara como inspiración para esta edición de Fárrago. Si estudiamos Historia para comprender no sólo el pasado sino también nuestro presente, y de alguna manera anticipar o planificar el futuro, en marzo de cada año tenemos la oportunidad de profundizar la introspección y la capacidad de análisis como sociedad. Reflexionar y mantener presente en la memoria colectiva algo en lo que debería haber un consenso absoluto: el terrorismo de Estado ejercido por la dictadura cívico-militar que usurpó el poder entre 1976 y 1983. No vamos a ahondar acá en eso, pero pueden mirar esta clase que me pareció didáctica y completa. En la sección Leyendo les dejo tres notas que me gustaron mucho y abordan el tema desde algunas de sus diferentes dimensiones.
A mí esta fecha particularmente me moviliza porque, como escuché decir el 24 en la Plaza acerca de la cantidad de jóvenes nacidos después de 1983 que estábamos ahí, no viví la dictadura pero me interesa defender los derechos conseguidos. Eso es, para mí, construir memoria colectiva. Somos lo que vivimos, pero también lo que recordamos y lo que hacemos con eso. En su doble dimensión colectiva e individual, la memoria, acaso una de las herramientas más poderosas que tenemos los pueblos, nos sirve para contar nuestra historia y aprender de ella. Me parece importante tomarse esto en serio e ir a la Plaza cada 24, de ser posible (o al menos entender que no es un feriadito más para hacer una escapadita 👀). Me parece aún más importante tratar de que nuestro paso por la vida no sea vano, anodino, ni centrado en nuestra historia individual.
Yo recordaré por ustedes
“Uno de los pocos déficits que tiene el hábito de leer es que, cuando uno termina un libro que lo conmueve o lo estremece, todo eso que siente adentro se queda ahí, no se puede compartir. Uno lee solo. Muy rara vez uno se encuentra, justo al terminar un libro, con otro que esté en la misma. Y no hay momento mejor para hablar de un libro que cuando uno acaba de terminarlo.”
Juan Forn - “Y el mar”
Descubrí tarde a Juan Forn: confieso que me enteré de su existencia y de su trabajo el año pasado, luego de que se conociera su fallecimiento en junio. Me acerqué con curiosidad porque me impactó cómo lo veneraban quienes lo conocieron, cuánto lamentaban su partida y cuánto destacaban dos piezas fundamentales de su trabajo: el cuento “Nadar de noche” (1991) y las famosas contratapas (un género que redefinió para siempre) que escribíó a lo largo de quince años para “Radar”, el suplemento de cultura del diario Página 12.
Ahora entiendo por qué te aman, Juan, y no me cabe en la cabeza cómo no llegué antes a vos, especialmente porque convivimos muchos años en el mismo pueblo. Me retracto: en realidad me acerqué primero por la curiosidad que me generaba ese hecho puntual, incluso más que la admiración que despertabas.
Me tienta escribir más y más lineas sobre Forn, pero quiero hablar de este libro en particular que vengo recomendando desde que lo leí porque LO AMO. Yo recordaré por ustedes recopila y agrupa muchas de sus famosas contratapas. Los textos incluidos trazan una cartografía y un viaje por el siglo XX de Oriente a Occidente, y rescatan las historias de aquellas personas olvidadas o borradas de la historia del arte, la ciencia y la política. Decir que es una mera recopilación es una injusticia: el libro es una verdadera ✨joyita✨ que, gracias a un trabajo editorial impecable, funciona con un mecanismo de continuidad y referencias internas que hacen posible tal viaje. La contratapa homónima cuenta la historia de un hombre que memorizaba todo lo que sucedía en su pueblito lituano y funcionaba como archivo viviente.
Mi relato favorito es, sin lugar a dudas, el que cierra el libro,“Y el mar”, porque narra verdades sobre toda persona que ama leer, pero también porque me resulta imposible no llorar de emoción cuando habla del “estado mental que yo llamo Gesell” al mencionar que cada contratapa la entendió en sus caminatas diarias por las playas geselinas (que son tan hermosas además 😍).
“(...) caminando por la playa, o sentado en el médano mirando el mar: por dónde empezar, adónde llegar, cuál es la verdadera historia que tengo delante, de qué habla en el fondo, qué tengo yo y ustedes que ver con ella, qué dice de nosotros.”
Lo leí el año pasado y es de esos libros que no quería terminar, pero al mismo tiempo estiré su culminación todo lo posible. Las palabras de Forn resonaron, se quedaron repiqueteando en mi cabeza durante meses. Repasando notas para este texto me acordé de otro detalle que increíblemente había pasado por alto en junio: fue Forn quien, en su rol de editor-curador de la colección Rara Avis de la editorial Tusquets, descubrió esa obra imprescindible de Camila Sosa Villada llamada Las Malas (que merece una edición aparte) y escribió uno de los prólogos más lindos que recuerdo haber leído.
Si aman las buenas historias, van a dejarlo en la mesita de luz y releerlo una y otra vez.
En qué ando
Leyendo:
Me devoré en una sentada el poemario El ritmo del derrumbe, de Tamara Grosso (una poeta argentina que me encanta). Lo edita Santos Locos Poesía.
“La voz de los huesos” es un perfil sobre el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) que escribió la gran Leila Guerriero (mi referente número uno en periodismo narrativo) para el diario El País en el 2007 y que repasé esta semana.
El EAAF dio sus primeros pasos en 1984, cuando unos jóvenes que rondaban los veinte años se unieron a un antropólogo forense estadounidense convocado por las Abuelas de Plaza de Mayo para realizar exhumaciones con la esperanza de restaruar la identidad de esos cuerpos (huesos) como motor. En 1987 el equipo adoptó su nombre y se inscribieron como asociación civil sin fines de lucro con el objetivo de “practicar la antropología forense aplicada a los casos de violencia de Estado, violación de derechos humanos y delitos de lesa humanidad”. Desde entonces han intervenido en más de treinta países. Yo leí este texto en una recopilación del trabajo de la autora llamada Frutos extraños (otra joyita del año pasado), pero lo pueden leer (y encarecidamente les pido que LO HAGAN en algún momento) acá.
Un dato aparte: el EAAF trabajó también en la identificación de los cuerpos de combatientes en Malvinas, sobre el que también Leila escribió La otra guerra, una historia del cementerio argentino en las islas Malvinas y me parece un texto fundamental para abordar el tema Malvinas desde mútliples aristas (y complejidades).
Y por supuesto, esta nota imperdible de Soledad Gori sobre el índice de abuelidad y la potencia de la ciencia a servicio de los Derechos Humanos.
Mirando: empecé Moonknight, el estreno del universo Marvel en Disney+ con Oscar Isaac (que me parece siempre un actorazo) e Ethan Hawke y la verdad es que el primer episodio me dejó enganchada y con ganas de ver más.
Escuchando: (otra vez) a José Pablo Feinmann hablar sobre existir en este video sobre la frase de Sartre que cité al principio. Es muy cortito y vale la pena. Se lo extraña, la verdad.
Observando: el sábado 9 de abril la feria Juntas cumple ocho años y lo celebra con una edición presencial en Belgrano. Amo este proyecto porque realmente lograron crear una comunidad de diseño muy hermosa con emprendimientos locales variados y de calidad (yo desde el 2020 la sigo y tengo varias cosas que conseguí ahí). Hay de todo y recomiendo que chusmeen: indumentaria, decoracion y hogar, papelería e ilustración, cosmética, joyería, etc. En esta edición se juntan varios de mis proyectos e ilustradoras favoritas, como Caribay, con quien estoy muuuy de a poco y en algún rato libre tratando de (re)aprender a expresarme mediante el dibujo. Mi relación con el dibujo y la ilustración merece una mención aparte, lo dejamos para otro día.
Si van a Juntas pueden aprovechar y merendar algo rico en Togni’s Café (que abrió hace muy poquito) o caminar por el Barrio Chino y buscar ofertas de pinceles (?). Y recuerden: compren siempre en la medida de lo posible a emprendimientos locales. No saben cuánto ayudan a sostener proyectos hechos con amor, cuidado y excelente calidad.
Hasta la próxima
¡Hola! ¿Cómo estuvo tu quincena? ¿Y tu finde?
¡Espero que súper! Como verás, para mí fue una quincena movilizante e introspectiva y no podía no trabajar este tema acá, así que la edición que tenía pensada para hoy la postergué para la próxima. Como la vida misma: podés armar muchos planes y pensar escenarios posibles, pero siempre algo inesperado te sorprende.
Gracias por leer hasta acá, y si sos de las nuevas personas que se suscribieron en estas dos semanas, ¡bienvenidx! ☺️
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¡Espero que tengas una hermosa semana!
Sofi
Gracias Sofi. Nos hacés navegar en tu relato con la ilusión de algún día leer algo de las tentadoras propuestas 😘