Hola, ¿cómo estás?
Hace dos ediciones que no te escribo, lo sé.
Fárrago #29 debía ser la edición de octubre, que tenía craneada y, por motivos que te contaré luego, la postpuse.
Fárrago #30 se está cocinando y va a ser sobre Taylor Swift, The Eras Tour y cómo fue cumplir uno de mis mayores sueños y una breve tesis que tengo pensada sobre ser swiftie y los puntos en contacto con otros movimientos masivos.
Sin embargo, esta semana estaba escuchando una de las tantísimas entrevistas centradas en la elección de mañana que consumí este año (I just love la rosca política) y me asaltó una especie de sentido de responsabilidad social. Sentí ganas de escribirte de cara a mañana, 19 de noviembre, porque si hay algo que amo en esta vida es ser argentina y hoy tengo miedo y sí, estoy cansada.
Me pasa algo extraño: pese a que concuerdo con a) esta no es una elección más sino que b) es necesario marcar una posición política porque c) todo es político en la vida, me di cuenta esta semana de lo saturada que estoy de ver tanto mensaje en redes, tanta micromilitancia, tanta agresión. Creo que llegamos a un punto de frenesí y delirio total en el que nos aferramos a toda oportunidad posible de persuadir a quienes nos leen y escuchan de que por favor, no le des tu voto a Javier Milei.
Fárrago es mi proyecto más personal, así que me parece más que importante contarte que mañana voy a votar a Massa.
Resulta que yo sí soy peronista y kirchnerista, con orientaciones fuertemente socialistas. ¿Qué significa esto? Entre otras cosas, que busco siempre un gobierno que represente los intereses del pueblo argentino, especialmente de los estratos más bajos. Que, además, si bien me crié en una familia entre radical y puramente antiperonista, elegí hace unos años al justicialismo como partido político que representa la mayoría de mis intereses y valores. Que los tres pilares de este partido (justicia social, independencia económica y soberanía política) me parecen fundamentales para el desarrollo de mi país. Dentro del peronismo hay diferentes caminos o vertientes: yo, en cuanto feminista, opto por un camino que además contemple la lucha por la igualdad de género y los derechos de la comunidad LGBTIQ.
Pero, más allá de las etiquetas que elegimos para marcar a dónde queremos pertenecer, sucede otra cosa: no coincido con la idea de que, por ser “anti” algo, se elija defender lo, a mis ojos, indefendible. Entiendo el cansancio, el fastidio, las ganas de un “cambio” (sea lo que sea que un cambio represente para vos). Lo comprendo porque, por ejemplo, yo misma estoy atrapada en una vida en la que no importa cuánto trabaje, nunca alcanza, siempre tengo que aumentar la carga laboral para vivir igual (ni siquiera lograr un ascenso socioeconómico). Y ni hablar si pienso en el futuro de niñes que conozco, o de perspectivas personales de formar mi propia familia. ¿En qué mundo voy a hacer eso?
Sin embargo, me desespera la posibilidad de que llegue al poder un grupo de personas que desprecian el país que pretenden gobernar y, además, no lo comprenden ni les interesa. No todo puede pensarse bajo la lógica de mercado, no todo es un potencial negocio (hola, Mauri). Me preocupa el retroceso en materia de consensos básicos, me abruma que tengamos que afrontar discusiones que ya estaban, en apariencia, saldadas. Me aterra la violencia que veo. Me parece que no somos conscientes de que este no puede ser el límite: tiene que venir mucho antes.
Pero más fuerte que eso es la necesidad de ir para adelante con las luchas que nos toquen dar. Y no hablo de epopeyas: con micromilitancia en la vida cotidiana, basta. Con preocuparse por formar un pensamiento crítico, ser criteriosa y hacer el ejercicio de pensar, mucho más.
La llegada de Taylor movilizó a un grupo de swifties a militar la candidatura de Massa en los alrededores de River (y en redes sociales también), quizás como recordatorio de que no podemos bajar los brazos y abandonar la defensa de la democracia por nada en el mundo (esta foto la saqué yo el sábado 10 de noviembre afuera del estadio).
Nos encontramos de nuevo a fin de mes (espero) para recapitular el mejor momento de mi vida.
Con amor,
Sofi
Gracias por poner en palabras lo que estamos pensando. Abrazo fuerte para este momento crítico. 💖🫂
♥️♥️