«I counted days, I counted miles
To see you there, to see you there
It's been a long time coming»
Taylor Swift - “Miss Americana and the Heartbreak Prince” (Lover)
Esta edición iba a empezar diferente, pero primero, lo importante: ✨¡VIENE TAYLOR SWIFT A ARGENTINA! AAAAAAAAA✨. Finalmente, luego de meses de especulaciones, Taylor traerá The Eras Tour 🎤, el show en el que repasa su discografía y carrera por completo y que estuve mirando a través de Tik Tok durante estos últimos meses. 😭
El anuncio salió el primer viernes de junio (yo lo viví en plena jornada laboral, conectada al stream de Juli Maestri) y, desde entonces, pasé por todos los estados emocionales posibles 😱. Del llanto de incredulidad cuando se cumplió el famoso “international dates soon to be announced” en su web, al estrés por conseguir una tarjeta 💳 del bendito Banco Patagonia para la preventa (que era al siguiente lunes). Un finde en el cual mi cerebro estuvo en cualquiera, incapaz de querer abordar otro tema que no fuera Taylor. He aquí uno de los motivos por los cuales no salió Fárrago antes.
La semana pasada se mencionó a Taylor en los medios de comunicación (y en general) 💻 mucho más que durante los últimos diez años y tiene sentido no sólo porque es la artista más poderosa de la industria musical sino porque… ¿cómo no vas a querer subirte a la Swiftieneta? 🔎 Me debo terminar de escribir mi versión del perfil de Taylor para Fárrago, así que stay tuned for that.
Una semana maratónica con final feliz
La crónica breve de esa semana es más o menos como sigue. El sábado previo a la preventa fui a dos cumpleaños y realmente no podía concentrarme en interactuar con las personas, sólo quería haber pasado el día de la preventa o venta general y tener entradas en mi poder. El domingo directamente estuve insoportable y ya llevaba varias noches durmiendo poco y mal. El lunes a primera hora fui a la casa de una amiga que tenía la codiciada tarjeta y, pese a haber puesto a funcionar varias computadoras con diferentes cuentas, las entradas se agotaron antes de que el infame muñequito de All Access de cualquiera de nuestras filas pudiera avanzar. ¿Mi anochecer del lunes? Fatal. ¡¿Cómo podía ser que tuviera tan poca suerte en esta vida y que todo, todo, me cueste tannnntooo?!🥴
Estaba tan desquiciada que recuerdo muy poco de ese lunes. No tuve fuerzas para ir a danza después de trabajar y encima un comentario bastante ingenuo me disparó la imaginación un escenario que no era tal (el famoso “flasheé cualquiera”).
Llegué al martes decidida a conseguir una entrada COMO SEA, y se ve que estuve insoportable todo el finde, porque entre amigas y pareja me ayudaron a montar un centro de operaciones para entrar al sitio web.
Esa mañana realmente parecía que todo el mundo tenía a una swiftie cercana a quien ayudar y debo admitir que me gusta que así sea 🙌. Cuando ya casi había abandonado las esperanzas, mi amiga Iri vio que su muñequito había llegado a la mitad de la fila 😱 y se tomó un auto para TRAERME SU COMPU 👀 porque tenía que irse de su casa. Me acompañó en un momento de mucha ansiedad: estaba desparramada en el piso con tres dispositivos abiertos y fingiendo trabajar concentrada🤹♀️. Los minutos previos en los que el muñequito avanzaba en cuenta regresiva fueron de los más estresantes de mi existencia entera, hasta que logré entrar. Lo más difícil estaba hecho, pero una vez dentro, tenía muy poco tiempo para conseguir reservar tres entradas (asumí la responsabilidad de sacarles a otras personas que estaban en la misma) y que se procese la compra. Casi ni chequeé lo que estaba haciendo: los nervios eran tales, que me costó seguir las instrucciones que me había escrito para no perder la cabeza y todo aparecía agotado, AUXILIOO 😱. Finalmente CONSEGUÍ ENTRADAS, hermanas, voy a ir el 10 a Platea lateral y, en un acto de locura total, aproveché otra fila que se me abrió tres horas más tarde y compré platea lateral alta para el 11 (porque YA FUEEE, que lo pague Jesús).
Saqué la cuenta y hace exactamente catorce años que soy swiftie, así que prácticamente la escuché la mitad de mi vida. Ver un show de ella en vivo es uno de mis más grandes sueños, así que todavía no puedo creer que realmente la voy a ir a ver😭.
La semana maratónica me dejó de cama, pero los memes que surgieron en Twitter me salvaron de la locura.
El resumen de cómo voy a cumplir mi sueño es: se combinaron muchos factores (ayuda de gestión y económica, buena suerte y la estampita de Taylor, predisposición a endeudarme un poco más y postergar la compra de otras cosas y algo de perseverancia, en el orden en el que quieras ubicarlos) de una manera poco o nada frecuente en mi vida. Así que, si sos una de esas personas que intervinieron en el proceso, ¡GRACIAS! 🥰
Y, si sos una hermana swiftie, te deseo de corazón que hayas conseguido o consigas luego entradas.
Moraleja: pedir ayuda y dejar de hacer las cosas sola ✨ FUNCIONA.✨
Antes de la semana caótica estuve en contacto con el mundo de los libros como hacía bastante que no sucedía. Volví a ir a la Feria del Libro 📚 (el año pasado había decidido no ir) impulsada por las ganas de recorrer los stands de distribuidoras independientes, aprovechar promociones para comprar algunos libros y, en especial, conversar con personas que comparten el mismo amor por los libros. Ahora tengo una hermosa pila de lecturas pendientes (#bendecida), construida a partir de libros que fui a buscar, algún hallazgo exclusivo y otras recomendaciones que decidí seguir. Haré el haul de eso en diciembre, a este paso 😄. Por otro lado, en mayo también me mudé y eso me agotó bastante aunque creo que no tanto como imaginaba (básicamente porque recibí mucha ayuda, etc, etc). Mi mayo estuvo, entonces, impregnado de literatura y mudanzas, y sobre eso quería hablar hoy.
📖 Mudanzas en la literatura
«Cuando se mueven cosas, como en una mudanza, siempre algo se pierde y algo se rompe.»
Alejandra Kamiya - La paciencia del agua sobre cada piedra
Cuando empezó el repentino proceso de tener que mudarme, armar y desarmar cajas, pensé en algunos textos que recordaba haber leído al respecto. El primero que me vino a la mente es la novela 📚 Cuál es el pez que tiñe el mar, escrito por Antonella Saldicco y publicado en el 2021 por Concreto editorial. Clara, su protagonista, es una joven actriz que viaja a Japón para alejarse de todo lo conocido y encontrarse con la otredad. En ese viaje de introspección repasa en busca de respuestas algunos acontecimientos que la llevaron a semejante aventura.
«Estábamos abrazados en las penumbras entre cajas cuando uno de los enchufes de la cocina disparó fuego. Ese fue el fin. Ya venían sucediendo cosas de ese orden (...) La casa me expulsaba o me empujaba para que diera el primer paso».
Recuerdo que, hace dos años, cuando lo leí, ese final de párrafo me sacudió por completo. De las todas las mudanzas que me tocaron desde chica, no recuerdo ni una sola que no trajera consigo esta idea de pequeños inconvenientes que te expulsan de una vivienda hacia otra, que te ayudan a saltar al próximo lugar. S., el lugar de donde me fui en mayo, me había empezado a abandonar desde hacía tiempo (una inundación que no fue, un timbre inútil, una plaga insistente de insectos, un inodoro roto), pero nunca con tanta intensidad como durante el último trimestre. Sin embargo, en el mismo párrafo Saldicco escribe que, por más deterioro o incomodidad que haya, a una casa también se le puede dar amor. Creo que ese es el aprendizaje que me llevo de los últimos meses de S. y las primeras de P.: aunque no pueda completar el espacio con muebles o decoración que me gusten, sí puedo mantenerlo ordenado, limpio, lleno de vida. O como dice Tamara Grosso en su hermosísimo libro de poemas Cuando todo refugio se vuelva hostil (Santos Locos Poesía):
«Este poema va a ser
una casita
a la que puedas venir
cuando todo refugio se vuelva hostil»
Construcción
«En aquel primer fin de semana establecí el rito de la cena. Cuando me sentara a la mesa, tenía que haber flores; debía haber una botella de vino y que la mesa estuviera puesta con esmero, como por el mejor sirviente. Un libro abierto para poder leer, el equivalente a la conversación civilizada para un solitario. Todo estaba preparado como para recibir a un invitado y el invitado de la casa iba a ser yo»
📚 Otro libro precioso que se me vino a la mente es Anhelo de raíces, de May Sarton (Gallo Nero). Esta escritora belga-estadounidense compró, en la década de los años cincuenta, una casa de campo del siglo XVIII en un pueblo de New Hampshire. Siempre había soñado con la casa de ideal y una nueva vida en ella, y en este libro plasma cómo la compró y la habitó durante los primeros diez años: desde refaccionar y repensar cada rincón a la construcción de nuevas rutinas y la formación de nuevos vínculos con vecines y amigues. «Por última vez me pregunté si había tomado una decisión descabellada, si estaba asumiendo más de lo que podía abarcar, si tenía los recursos necesarios para vivir allí, si no estaría siendo una huida desastrosa hacia la nada», escribe.
Sarton reflexiona también sobre los procesos de construcción de un hogar en su casa pero también dentro de ella misma y cómo el campo la enfrentó a lidiar con los momentos más álgidos de su soledad.
«Ni siquiera una vida nueva exorciza a los viejos demonios (...). La crisis de la madurez tiene que ver tanto con la devastadora ansiedad como con el tiempo mismo. ¿Cómo podía ser que hubiera llegado al cénit de mi vida y que mis logros reales estuvieran tan alejados del sueño que había imaginado a los veinte?»
Esta lectura me hizo sentir muy acompañada porque, si bien yo (y probablemente casi cualquier persona que conozcas) estamos muy lejos de comprar una casa, todas podemos construir nuestro hogar a donde sea que vayamos y el proceso de hacerlo siempre es enriquecedor. Me recordó a un relato que escribió Margarita García Robayo en un libro que me encanta, llamado Primera persona (Marea editorial). En “Mudanza”, la autora proclama que le obsesionan las mudanzas por «el drama que las acompaña. Me mudé mucho, casi siempre en circunstancias dramáticas. De chica, desde la primera hasta la última vez que me mudé con mis padres, nos fuimos a casas peores; las mudanzas atestiguaban el declive económico de mi familia».
Es inevitable sentirme identificada con esa mirada a las mudanzas de su infancia, pero también con su capacidad para anidar en donde le toque. «Me gusta acá. Me pregunto si estaré mucho tiempo. Lo que sí sé es que en un par de días parecerá que he vivido acá desde siempre: nunca me toma más que eso», afirma Robayo.
📚 Sobre ser nómade por obligación también escribió Catalina Lascano en su novela autobiográfica Aquí estoy yo hablando todo el rato (Rosa Iceberg). Lascano es hija de una trabajadora diplomática que pasó su infancia y adolescencia saltando por diferentes países, escuelas y grupos de personas. Su libro no trata específicamente sobre estas mudanzas pero está atravesado por ellas, porque busca reconstruir su propia historia familiar a partir de un exhaustivo trabajo de recuperación de cartas e información fragmentada. «Las mudanzas te definen, y cada casa es una identidad», escribe.
📚 Por otro lado, quiero hablar sobre uno de los libros que fui a buscar a la Feria y a cuya autora le pregunté con muchísima vergüenza si me lo podía firmar (estaba en un stand firmando libros y conversando pero me seguía pareciendo invasivo abordarla). La paciencia del agua sobre cada piedra es lo primero que leo de Alejandra Kamiya, la nueva favorita de todes, y bastó recorrer un par de páginas para enamorarme por completo de su escritura. Editado por Eterna Cadencia, es un libro de cuentos en donde la autora indaga sobre el vínculo entre lo animal y lo humano, lo cotidiano y lo onírico. A veces dice, a veces sugiere, pero siempre construye una estética y una manera de narrar muy sensible. Es de esos libros que leés con mucho cuidado, palabra a palabra, como si en la lentitud se pudiera degustar mejor la esencia de cada cuento. Con algunos relatos conecté mucho más que con otros (“Los ensayos” y “Lugares buenos” me encantaron y me destrozaron por igual), pero a todos los disfruté tanto que volví sobre mis pasos para leerlos de nuevo.
En el cuento “La estatua y el mar”, Kamiya escribe la frase con la que abro esta sección de mudanzas y literatura, que me pareció más que acertada. ¿Qué se habrá roto y qué se habrá perdido en esta última mudanza?
Dicen que con este libro, Kamiya se convierte definitivamente en una de las mejores cuentistas contemporáneas y, personalmente, es una nueva autora favorita de la que muero por conseguir sus otros dos libros de relatos (publicados por Bajo la luna).
📚 Lo último que quería compartirte es un cuento al que suelo volver cada tanto. Se llama ¿Cuánta tierra necesita un hombre? y lo escribió Lev/León Tolstoi en 1886. Parábola sobre la ambición humana, cuenta la historia de Pahom, un campesino al que ninguna extensión de tierra satisface: cuanta más tiene, más necesita. Al conocer que los habitantes de una lejana región le ofrecen tanta tierra como pueda recorrer en un día, no lo duda y se propone abarcar la mayor cantidad posible. ¿Adivinen cómo termina la historia?.
Lo podés escuchar acá, leer acá y encontrar una adaptación ilustrada en este link.
Mis hallazgos favoritos del mes
📚LIBROS
📖 Lectura destacada
Además del libro de Kamiya, el que más me gustó fue Chilean Electric, de la chilena Nona Fernández. Mi “primer Nona”, como me dijo Eleonora, una devota de la autora. Me lo llevé del stand de Big Sur por insistencia suya y me encantó.
La autora hace un trabajo de reconstrucción e indagación en la memoria personal y colectiva muy interesante. Toma como referencia la llegada de una compañía eléctrica 💡a Chile para reflexionar sobre la construcción de recuerdos y olvidos impuestos, la dictadura militar en su país, la historia recortada. Es un libro inclasificable, de esos que hay que leer para entender sobre qué hablan y el impacto que tienen.
De yapa, me metí en una conferencia que dio en la Feria para escucharla en persona: salí muy fascinada y con ganas de leer más de su obra.
📖Novedad del mes:
El color favorito, escrito por Valeria Tentoni y editado por Gris Tormenta. Es un ensayo personal sobre las entrevistas literarias, pero especialmente sobre el poder de las preguntas y el hallazgo de un maestro. Me lo traje de la Feria impulsada por algunas recomendaciones que había visto y es realmente una joya: lo subrayé como una desquiciada. Es cortito como para leer en una sentada.
📖 Mi lectura actual:
Viento del Este, la crónica sobre un viaje a China que escribió Liliana Villanueva y que publicó hace algunas semanas la editorial Blatt y Ríos. Lo esperaba hace años (desde que leí sus otras dos crónicas y se convirtió en una de mis escritoras contemporáneas favoritas). Ya casi lo termino y, por ahora, me gusta mucho. Liliana siempre logra transportarme con sus palabras y, para mí que nunca estuve ni cerca de los lugares que visitó, es algo valiosísimo.
🎥 PELI
🧭Le Fabuleux Destin d'Amélie Poulain
El finde pasado finalmente miré un gran pendiente que tenía desde el 2012 (!), Amélie.
Siento que es medio tonto recomendar un clásico, una de esas películas que en cualquier carrera relacionada con el arte te recomiendan como referencia para tener a mano y que casi cualquier cinéfila ama. Sin embargo, como noté que ya tiene 21 años (¿¡CÓMO?!) y el público se renueva, vengo a dejar mi aporte.
Amélie es de esas pelis que prefiero sentarme a mirar sin saber mucho de qué se trata y hacer el esfuerzo anti intuitivo (para mi ansiedad) de dejar que me cuenten la historia.
La premisa es bastante sencilla: Amélie Poulain fue una niña retraída a quien sus mapadres educaron en su casa debido a un diagnóstico clínico errado. Al estar aislada y carente de demostraciones de afecto, desarrolló una gran imaginación, se refugió en ella y se convirtió en una mujer que vive en su mundo de fantasía *hola, Speak Now (Taylor’s Version)* y evita construir lazos significativos con otras personas. Un día, a partir de algunos sucesos encadenados que no quiero spoilear, experimenta una revelación profunda: se convertirá en una especie de “vengadora” del bien para mejorar la vida de otras personas. Esta sensación de encontrar bienestar y armonía en ayudar a los demás me recuerda a algunas personas en particular, pero también a este episodio de Friends y la pregunta acerca de si existe el altruismo o no.
Una de las cosas que más me llamó la atención fue la construcción de personajes: me gustó mucho que los presenten a partir de breves descripciones con la misma fórmula. Por ejemplo:
Amélie ha cultivado un gusto por los pequeños placeres, tales como meter la mano en un saco lleno de legumbres, romper el caramelo de la crème brûlée con una cuchara y verle la cara en la oscuridad en el cine a la gente, pero no le gusta que los conductores no miren el camino.
Philomène es una azafata de vuelo, a quien le gusta el ruido producido por el tazón del gato al golpear el suelo. Al gato le gusta escuchar historias.
Y, por supuestísimo, amé el uso de color: toda, absolutamente toda la cinta, está compuesta visualmente a partir del contraste de colores complementarios (rojo y verde) y está planeado al más mínimo detalle. Esto no fue un error de falta de corrección de color como sucedió con Scorsese y Taxi Driver; más bien es un elemento de composición que funciona para reforzar la idea de fantasía en la que vive Amélie. También me gustó mucho la música: compuesta por Yann Tiersen, se convirtió con los años en un hitazo (sí, vos también la conocés, incluso si no viste la peli).
Finalmente, podríamos decir que Amélie es una oda a buscar y encontrar los pequeños placeres de la vida, tal como hace su protagonista, pero me parece que la película trata de mucho más que eso. Es una historia sobre la influencia y el poder que las personas ejercen las unas sobre las otras y sobre hallarse en un otro. Pero también es un relato sobre saltar al vacío, romper con la estructura de lo conocido y salir de nuestras propias prisiones.
📚 Algo (más) que leí:
Algunas reflexiones sobre los efectos de la pandemia en la educación primaria en un artículo para Cenital que escribió Mariano Narodowski. ¿La pausa de las clases presenciales por el covid destrozó la enseñanza primaria y el aprendizaje del alumnado? A partir de los datos que arrojan las Pruebas Aprender 2022 (el dispositivo nacional de evaluación de los aprendizajes de les estudiantes, realizadas por personas de 6to grado en nivel primario y 5to o 6to año de nivel secundario) el autor plantea mitos y realidades sobre el impacto del cierre físico de escuelas.
Me parece un aporte valioso porque, salvo en Revista Anfibia o en Feminacida (en este medio yo escribí un par), no suelo encontrar al alcance de la mano artículos de prensa interesantes sobre educación, a menos que retroceda en el tiempo y navegue por la infinidad de horas de pantalla y tinta que se le destinó a insultar de todas maneras posibles a quienes ejercimos la docencia en nivel primaria o secundario durante la pandemia. Encontrás la nota de Narodowski en este link.
“Acceder a un alquiler afable no debería ser el gran sueño de la protagonista de un melodrama. Como si haber dormido durante años en el living ya fuera una marca, una especie de resignación nacional, pero no”, dice Camila Fabbri en un texto breve que escribió para La Agenda Revista. ¿Crecer en una misma casa o barrio? No sé qué es eso. El párrafo me queda corto para explicarte la magnitud de lo identificada que me sentí al leerlo: con algunas diferencias, yo también crecí (y vivo) siendo nómade por obligación. “Pareciera que las personas que alquilamos debemos vivir en un estado permanente de anhelo o sueño por cumplir. Como si el discurso tácito y colectivo nos dijera, todo el tiempo: ¡pobrecitxs, ustedes se lo merecen!” Lo encontrás acá.
🎥 Algo (más) que miré:
El final de Succession, una serie de la hostia, compleja, cruel y precisa.
Inside out o Intensamente, una peli que no había visto y me encantó (también me hizo llorar un montón).
La tercera temporada de Valeria, una serie muy tranca para ver cuando no querés pensar, sobre las aventuras de cuatro amigas en sus treinta, que no entendés bien cuándo trabajan, pero son todas muy hegemónicas, usan ropita linda y tienen mucho sexo.
📍Algo que observé: hallazgos en Villa Urquiza
El mes pasado la vida me llevó a este barrio que nunca había habitado y del que ya me enamoré. Por supuesto, tengo una breve lista de lugares interesantes que encontré o me mostraron (y una más larga de lugares por visitar).
🍴 Ache Delugo, una esquina soleada con mesas adentro y afuera para almorzar (amé su wrap de pollo teriyaki) y Lo de Charly, una parrilla barrial espectacular que abre las 24 h (??). Dos lugares esencialmente antitéticos que me gustaron de igual manera por diferentes razones y porque la vida se vive disfrutando lo mejor de dos mundos (lo cool y lo popular, el wrap y el choripán). En la línea del primer lugar, Bután Bar tiene unas papas homónimas o “papas con onda”, como las llama mi novio, que son realmente deliciosas (son rústicas y traen queso, verdeo, condimentos y hierbas).
🍴 Dos cosas que probé y me gustaron mucho: por un lado, el scon de queso, romero y nuez que hace y vende la pastelera Belu Melamed en su nuevo local blanco y azul. Me pareció muy rico (sus precios son elevados a mi parecer, pero creo que valen la pena). Por otro lado, el mega alfajor de limón que hacen en la cafetería Cigaló. Consiste en dos tapas de galletita con una mitad bañada en chocolate y un relleno de crema de limón SUPREMO. Como si se tratara de una Tita en su máxima potencia, hecha en la cocina del cielo. El café que tomé me encantó, también. ¿Lo mejor? Ambos locales quedan a pocas cuadras de distancia.
☕Cake and coffee, un lugar que abre para merendar y me recomendaron por partida doble. Es pequeño pero muy acogedor: tiene mesitas adentro y afuera, un toldo a rayas, un cartel de madera en la fachada y un gran árbol en la entrada. ¡Todo invita a entrar! No es café de especialidad, pero ofrecen un tazón muy grande de café con leche y, según me contaron, el lemon pie que compartí con una amiga lo hacen a partir de la receta de la abuela de Jose, la creadora de la cafetería.
Un bazar chino inmenso en Monroe 4942, con precios bastante increíbles y un montón de cosas para aprovechar.
Bonus track: en retrospectiva, mayo fue un mes larguísimo para mí en varios sentidos. Uno de los momentos que más disfruté sucedieron en el finde largo del 25. A mí me gusta demasiado celebrar nuestras fechas patrias y siempre busco honrar, de diferentes maneras, el privilegio de ser totalmente argentina. Estuve en Plaza de Mayo el 25, sí, pero también planifiqué comer rico y patriota. El año pasado hablé de las empanadas más ricas que conozco y hoy quiero recomendarte mi hallazgo 2023: los pastelitos de Panadería Artiaga. Voy a dejar que la imagen hable por sí sola:
Eran enormes y realmente los pastelitos más ricos que probé hasta ahora (el año pasado fui por uno de Atelier Fuerza y me pareció bueno, pero este debo decir que se ajusta mucho más a mi estilo de pastelito y su precio es acorde a lo que ofrece). A todo esto… ¿membrillo o batata?
Hasta la próxima
Holaaaa, ¿cómo estás?
¡Gracias por leer hasta acá! 🙂 💌 Espero que algo de lo que te compartí haya sido de tu interés. Luego de la edición pasada recibí algunos mensajes muy lindos tanto de lectores que conozco en persona como algunes que no. Que alguien encuentre refugio en mis palabras o se identifique con algo que comparto en Fárrago me alegra un montón y me impulsa a seguir creciendo.
Como verás, la edición de hoy fue algo más larga porque #pasaroncosas y, casi sin darme cuenta, acumulé un montón de cosas para compartir.
Con mucho pudor, le voy a tomar la sugerencia a Denu, que me preguntó si tenía link a Cafecito para colaborar con mi trabajo. Sin tanto preámbulo, si querés invitarme a un flat white o un matecito virtual, podés hacerlo en este link.
También podés recomendarle Fárrago a alguien, escribirme o compartirlo en redes y etiquetarme (estoy acá y acá).
Si te interesa leer las 24 ediciones anteriores de Fárrago, este es el lugar.
Nos volvemos a encontrar el mes que viene estrenando nueva década.
¡Que tengas un hermoso día!
Un abrazo,
Sofi