“Swift is that story’s architect and hero, protagonist and narrator”.
Sam Lanski - TIME Magazine
Avisito: este correo probablemente llegue recortado por su extensión. En ese caso, al final de todo hay un enlace al texto completo.
¡¿Cómo se empieza esta edición de Fárrago?!
Les voy a pedir que finjamos demencia un ratito más: si bien esto te llega con Navidad pisándonos los talones, escribí esta intro exactamente una semana después de que el año electoral llegara a su fin y, como deducirás si leíste mi última carta express, no con el resultado que deseaba. Vengo de semanas de bajón, desgano y agotamiento, pero hoy no quiero contarte sobre eso. Como siempre volvemos a donde fuimos felices, vamos a hablar del mejor fin de semana de mi vida.
It's been a long time coming
Bueno, se pudo lograr ese logro, gente: FUI A VER A TAYLOR SWIFT EN ARGENTINA AAAAAA 🇦🇷
Me obstino en sentarme a escribir mis primeras impresiones de The Eras Tour y apenas puedo contener el llanto. Realmente no sé por dónde empezar porque, ¡fue taaan mágico todoooo! ✨
Podría hablar sobre lo que siento al cumplir un sueño que pensé tan imposible como los otros que tengo, o sobre aquello que nos une a quienes fuimos con el corazón en la mano a conocer a Taylor. Y lo digo así porque es exactamente eso lo que hicimos: durante tantos años quisimos conocerla, que nos conozca como público y poder cantarle sus propias canciones, y que finalmente se haya cumplido ese deseo colectivo es algo que todavía me deslumbra un montón.
Los dos días posteriores apenas podía hablar y arrastraba ese cansancio que encierra la contradicción entre el agotamiento y el placer. Me aferré a las últimas horas de pertenecer a esta burbuja de felicidad en la que todo fue una fiesta de glitter, friendship bracelets, caravana a River, números 13, outfits y predicciones sobre las dos canciones sorpresa que nos podían tocar.
Me pareció increíble sentir que apenas te acercabas al estadio la energía empezaba a cambiar y el mundo parecía reducirse a las cuadras que rodean River para convertirse en Swiftieland. Creo que no exagero al pensar que somos el mejor fandom del mundo: no solo estamos completamente desquiciadas, sino que todo lo hacemos con mucha pasión, intensidad y nos ponemos al hombro lo que sea. ¿Organizarnos para sacar entradas luego de horas de stress en la fila virtual? ¿Reactivar el mercado de mostacillas solo porque a Taylor se le ocurrió la línea “So make the friendship bracelets / take the moment and taste it”? ¿Ponernos la campaña electoral al hombro para evitar la llegada de Milei y compañía al poder? ¿Hacer la ovación más grande que Taylor haya presenciado jamás? ¿Darlo todo con los outfits y recurrir a todo tipo de ingenio? ¿Ofrecerles refugio a las swifties mojadas que no viven en el AMBA para que pasen la noche luego del recital postpuesto? Estamos PARA TODO.
En resumen: Taylor vino, bailó y se divirtió como nunca. Nos conocimos mutuamente y nos enamoramos al instante. Me gustaría profundizar un poco sobre algunos aspectos del finde mágico: por qué The Eras Tour es técnicamente increíble, un breve recap de mi experiencia, qué representó para mí haber ido y por qué Taylor Swift es la protagonista del mundo. ¿Me acompañás?
El mejor espectáculo que vas a ver en tu vida
Primero, un breve resumen: ¿qué es The Eras Tour?
Nuestra amiga personal decidió jugársela y craneó un espectáculo de 3 horas en el que repasa y homenajea su carrera musical. Cada uno de sus diez discos se corresponde con un universo conceptual llamado “era”, es decir, la etapa musical, estética y personal en la que se encuentra Taylor. Cada era es un momento especial que tiene su propia escenografía y cambios de vestuario y para el que Taylor se mete en personaje. Además, incluye un set acústico en el cual elige dos canciones al azar que no estén en el setlist oficial. De esta manera, todas las noches hay dos temas sorpresa y una de las diversiones es tratar de predecir cuál va a tocar (una es en guitarra y otra, en piano).
Algo clave para tener en cuenta es que dudo volver a ver un espectáculo con las características y la magnitud de The Eras Tour. Objetivamente hablando, es un show INCREÍBLE. La puesta en escena (escenografía, visuales de la pantalla principal y el piso del escenario, coreografías y vestuario) es una cosa de locos, digna de la workaholic mastermind que es Taylor. Para que te des una idea: cada show dura 3 horas sin ningún tipo de intervalo.
Es súper dinámico, se pasa VOLANDO e incluye 16 cambios de vestuario (uno más hermoso e icónico que el otro), pirotecnia, luces, un escenario con tres grandes partes y varias entradas y salidas, un bosque ficticio y una cabaña (en los sets de willow y folklore, respectivamente) y una ilusión óptica en la que parece que Taylor bucea por debajo del escenario (efectivamente se arroja por una apertura en el suelo luego del set acústico).
Verlo en vivo sólo suscita esta pregunta: ¿cómo Taylor aguanta cantar, bailar y actuar durante 3 horas? Lo respondió en la entrevista más reciente que dio:
“I knew this tour was harder than anything I’d ever done before by a long shot. Every day I would run on the treadmill, singing the entire set list out loud” (“Sabía que este tour era más difícil que cualquier otra cosa. Corrí todos y cada uno de los días en la cinta cantando el set entero en voz alta”).
Y también contó que entrenó como una atleta de alto rendimiento, que dejó de consumir alcohol durante toda la preparación previa y la gira y que contrató a la coreógrafa detrás de la peli La La Land para que la ayude a aprenderse sus coreografías hasta tenerlas híper naturalizadas.
Lo interesante del espectáculo es que no solo está diseñado para las swifties de larga data que vivieron cada disco en su tiempo, sino también para las más chicas, para las más recientes que llegaron con los discos indie (folklore y evermore) y para las (entiendo que pocas) personas que fueron sin ser especialmente swifties y no captan mucho más que el disfrute por la magnitud del show y su calidad técnica.
¿Swifties secas o mojadas? - Caos y reprogramación
Es de público conocimiento que luego de un primer recital espectacular durante el cual Taylor quedó atónita y fue atravesada por la experiencia del público argentino, la segunda fecha fue puro caos y confusión. Si el jueves había sido un día mega soleado y caluroso, el viernes contrastó con la lluvia torrencial que apareció a partir del mediodía. Había muchas swifties haciendo fila desde temprano y yo, que tenía asiento numerado para ese día, estaba bloqueada: no podía arrancar a prepararme y el agua no me ayudaba demasiado.
Finalmente, cuando paró un poquito terminé de prepararme y arranqué viaje a River bajo un impermeable de plástico que había tenido la precaución de conseguir. A mitad de camino, ya completamente empapada, entré a refugiarme en el Showcase de Belgrano (un shopping/cine) y ahí recibí la noticia de la reprogramación del show para el domingo. Me puse apenas triste porque me daba mucha ansiedad demorar mi sueño un día más, pero la verdad es que la postergación, a diferencia de para quienes no viven ni en CABA ni en Argentina, no me representaba una crisis. Y, entre vos y yo: estaba tan agotada y empapada que sólo quería volver a casa, bañarme y merendar viendo la de la tele.
Al día siguiente, ni rastros de lluvia: la que iba a ser mi segunda fecha terminó siendo mi primera. Es decir, la conocí a Taylor viéndola desde la segunda ubicación elegida (mucho más lejos) y creo que el vértigo por la altura no me mató solo porque tenía algo más importante a lo cual prestarle atención.
Cuando empecé a planear sacar la entrada, la prioridad era estar ahí adentro, no importa cómo, cuándo ni a dónde. La perspectiva de perderme la oportunidad era aterradora, por lo que, si bien tenía ubicaciones de preferencia, me daba (en ese momento) casi lo mismo qué día y sector conseguía.
En junio me pareció que ir a campo no iba a ser viable porque, en líneas generales, ya no estoy para quedarme parada 3 horas muerta de calor, sin poder ir al baño y habiendo hecho la fila todo el día al rayo del sol. El campo requería mucha organización previa y predisposición para ir a la guerra (luchar por lugares adelante).
Es por eso que apunté a verla en platea numerada y cometí quizás el error de pensar que Platea Sívori (la frontal) iba a ser mala idea (por estar lejos) y apunté a platea preferencial, que me permitía estar abajo pero recorrer de perfil todo el escenario.
Finalmente conseguí para la segunda fecha (viernes 10/11) una platea lateral baja numerada (es decir, más pegada al escenario de atrás de todo, el que está delante del telón) y, de pura suerte, una Platea Belgrano Alta para la última fecha (sábado 11), lateral, bien arriba de todo y sin numerar (acá conté mejor ese día tremendo).
Una vez llegados los recitales (y poniéndome quisquillosa), el balance que hice fue: no solo valió la pena ir más de una vez sino que, de ser posible, es absolutamente necesario porque es excelente la idea de experimentar el show desde distintas ubicaciones (en lo posible, combinar sector numerado con no numerado). Me faltó verlo de frente, sí (me perdí las visuales de la pantalla central) y quizás podría haber ido un día a campo, pero estoy más que satisfecha porque siento que el primer día fue demoledor de cansancio (aunque me ayudó haberme hecho amiga temporalmente de un grupo de chicas con las que buscamos ubicación juntas). El segundo fui re tranqui, pude ir al baño, comprar una remera, hidratarme, intercambiar pulseras, comer, todo.
Una experiencia religiosa
Yo fui de esas swifties que vio todo antes: me pasé muchos findes sintonizando vivos de TikTok de los recitales en USA y estuve muy pendiente de las canciones sorpresa finde tras finde. Casi sin pensar fui a ver The Eras Tour Concert Film al cine (la peli del show) en octubre, todo previo a las fechas. No me arrepiento: creo que ambas experiencias son complementarias. Ya más o menos sabía el orden de las canciones pero no tanto sobre el orden de las eras. En el cine pude prestarle atención a los gestos de Taylor, todo el trabajo coreográfico del cuerpo de baile, el detalle del vestuario y las visuales de la pantalla central. En el recital en vivo, en cambio, me dediqué a vivir la experiencia de tener a Taylor en mi país y poder gritar las canciones que me vienen acompañando desde los 15 años.
Algo con lo que estoy extasiada es que fue muuuuy evidente lo bien que la pasó Taylor acá. Piensen en lo siguiente: el público al que está acostumbrada es diametralmente opuesto a nosotras. En USA da la impresión de que son más bien frías, no tienen personalidad, no bailan y cantan mucho menos porque están acostumbradas a verla hace años tocar en vivo. Y, en especial, no tienen el privilegio de ser argentinas. Acá, por el contrario, la larga espera hizo que todo fuera una fiesta, una catarsis, una celebración de agradecimiento. Somos, obviamente, un público híper cálido, ruidoso y eufórico que le enseñamos el “olé, olé, olé” y la ovacionamos EN TODAS LAS CANCIONES (en USA sólo hay un momento prepautado para ello).
A Taylor la vi cantar, bailar, reírse un montón y sorprenderse por el volumen del griterío, pero la prueba más fehaciente de lo bien que la pasó es que nos habló mucho (sus interacciones con el público en el show nunca son espontáneas, está todo perfectamente guionado y calculado).
¿Qué onda el setlist?
La intro es realmente mágica (podés ver cómo la vi yo acá y más de cerca, acá). Me gustó mucho que no haga las eras de manera cronológica, es decir, que empiece por Lover (en homenaje a Lover Fest, el tour que canceló por pandemia) y siga por el resto SIN RESPIRO.
Siento que cada uno fue muy especial:
Lover, por el impacto del principio y ver el hermosísimo body celeste y dorado que bautizamos “el body de Argentina”.
Fearless, porque representó cantar las canciones por las cuales las swifties de mi edad conocimos a Taylor. Necesito que entiendan que en el 2009 yo la escuchaba gracias a que el canal de televisión MTV pasaba dos veces al día el video de “You Belong With Me”. Yo me identificaba mucho con el perfil de la chica bajo perfil medio torpe, no tan linda y que se dedicaba a estudiar mientras el que le gustaba no le daba ni la hora (mi experiencia sólo llegaba a eso en las fantasías, pero bueno, la adolescencia se sobrevive como se puede).
evermore porque es el set de magia y hechicería: la coreo de las brujas de “willow” es espectacular y aún más increíble fue ver desde arriba a dos grupos en campo delantero RECREANDO el círculo de la coreo. Realmente qué país hermoso, qué capacidad de disfrute que tenemos. Cuando se trepa arriba de la mesa en “tolerate it” y revolea los platos o cuando canta “marjorie”, dedicada a su abuela, todo está bien en este set.
Reputation, porque lo esperé toda una vida, es de las eras que más me representan y me gustan, dejé mi voz entera ahí y estoy obsesionada con la inminente regrabación del disco.
Speak Now, porque, si bien es de los más cortos, fue mágico verla vestida de princesa cantando sus canciones de los 19 años. Debo decir que sólo fui plenamente consciente de estar cumpliendo mi sueño en el estribillo de Long Live (y me puse a llorar de golpe).
Red, porque lo
cantégrité de principio a fin. En esta parte Taylor le entrega el sombrero de la canción 22 a alguien del público (unx niñx que nunca entendí bien cómo eligen). Lo que más me fascinó es, sin dudas, haber cantado “I Knew You Were Trouble” (una favorita muy personal) y “All Too Well” - 10 minutes version (mejor conocido como el himno de las cornudas). Además, un detalle que amé fue que uno de los bailarines tiene su momento protagónico y decidió cambiar el inglés original por alguna expresión muy local (que por suerte acá lo asesoraron bien) en una línea que dice. Por favor, miralo.folklore, porque fue el set más hermoso de todos. Taylor trajo una cabaña y un bosque, se subió al techo, se vistió de hada, hizo una performance increíble. Acá sucede mi momento favorito, el bridge de “illicit affairs” que me destruye y es infinitamente superior a la versión de estudio.
1989, porque fue la primera vez que Taylor cantó canciones de ese disco siendo dueña otra vez de las grabaciones (la Taylor’s version de 1989 salió el 27 de octubre, antes de retomar la gira). Es el momento puramente pop que nos dio “Shake it off”, “Blank Space”, “Style” y “Wildest Dreams”, una canción hermosa que nadie recuerda haber escuchado (¿acaso nuestro efecto Mandela?). No me copó tanto la estética elegida, pero sí los riesgos que tomaron (lxs bailarines hicieron una coreo en bicicletas, que, aunque no tenga nada que ver con la era, fue vistoso).
Midnights, porque tuvo de todo: nubes flotantes; el bailarín que bautizamos Chayanne dándolo todo y frotándose contra una escalera; el cierre del show bien arriba con “Karma”, las camperas de colores y el estallido de papelitos; “Anti Hero” y el momento cabaretero en donde la temperatura sube mil grados y le gritamos de todo a una Taylor súper sensual bailando en una silla enfundada en un body hermoso bordado con piedras.
Mis sets favoritos fueron sin lugar a dudas folklore (el bridge de “illicit affairs” es mi momento favorito de todo el show, ustedes no se imaginan la cantidad de veces que lloré en el 2023 mirando este fragmento), Reputation y evermore.
Respecto a las canciones sorpresa, a mí me tocó lo mejor en la fecha del sábado (más abajo te cuento). También tuve un hitazo el domingo: “Better Than Revenge”, una canción polémica que Taylor no cantaba hace años y decidió cambiarle la letra al regrabarla porque básicamente es una canción que escribió a los 18/19 en donde dice que una que le robó el novio es una trola y la conocen más por eso que por otra cosa.
Electrical and magical memories - ¿cuál fue la mejor fecha?
Sin ninguna duda, el consenso general (al cual adhiero) es que la fecha del sábado fue la mejor, lejos (¡y pensar que casi no voy!). Tuvo DE TODO. A saber:
Taylor ya sabía qué esperar de este público hermoso que somos y estaba muy relajada divertida.
Un probable desahogo de swifties mojadas que también tenían entrada para el sábado y su segunda fecha se convirtió en su primera.
Las canciones sorpresa fueron, por un lado, un mash up entre “Is It Over Now?”, una canción nueva que salió con 1989 (Taylor’s Version), y “Out Of The Woods”, del mismo disco (hay muchos videos delirando con este momento). Por el otro una que sentí casi como un triunfo personal de las pocas que quedaban, “End Game”.
Lo mejor y más improvisado de todo: ese día estuvo presente Travis Kelce, el nuevo novio de Taylor (esto es todo un capítulo aparte) y ella no solo cambió el final de la letra para dedicársela sino que además, una vez que terminó el show, salió corriendo del escenario para ir a chapar por con Travis AL LADO DE UN BAÑO BASANI Y ENFRENTE DE MIS OJOS (justo cuando yo misma estaba bajando para irme). ¿Entienden que fue su primer beso público con él y algo que no hacía ni por casualidad con el otro? Adjunto pruebas.
¿Por qué Taylor Swift?
Quiero intentar responder esta pregunta que me hacen muy seguido, pero nunca tanto como este año.
El 2023 fue definitivamente el año de Taylor Swift. Se embarcó en el proyecto más grande y ambicioso de su carrera, ensayó y entrenó como nunca antes para darnos el mejor espectáculo que vamos a ver en nuestras vidas y se consagró como la más grande artista y performer de nuestra época. También comenzó la etapa final de regrabación de sus discos, se destronó a sí misma como #1 y fue la artista más escuchada de Spotify. Datito aparte: batió récords de audiencia en diferentes estadios y de recaudación (se estima que al finalizar la gira recaude 1.400 millones de USD: por supuesto que no sé ni cuántos ceros lleva esa cifra).
Pero, además, el nombre de Taylor apareció en todos lados. Incluso si no sos swiftie seguro te diste cuenta de cómo en medios de todo tipo se hablaba de ella como nunca antes.
En definitiva, Taylor se convirtió en la protagonista del mundo.
La revista Time la nombró Persona del Año y en la entrevista escriben algo muy acertado: “Taylor Swift creó algo único: un mundo narrativo en el cual su música es una pieza dentro de una historia interactiva y en constante cambio. Swift es la arquitecta, la heroína, la protagonista y la narradora de esa historia”.
Me gustaría reforzar ese punto. El fenómeno Taylor es producto de la conjunción de varios factores clave. Por un lado, es una self-made artist: no le debe su éxito a nadie más que su propio esfuerzo, su capacidad de aprovechar los privilegios y oportunidades que tuvo en la vida y su insistencia absoluta para escribir sus canciones, experimentar y cambiar de género musical cuando lo sentía.
Por otro lado, Taylor entró a la música porque escribe desde muy chica. Si hay alguien que sabe contar una historia es ella: sus canciones son el reflejo de lo que la inquieta y eso la hace muy cercana. Además, ¿cuántas estrellas pop que escriban prácticamente el 100% de sus canciones conocen?
Con los años su escritura lógicamente mejoró y se enriqueció hasta el punto tal de que logró crear un enorme universo narrativo con referencias que las swifties aprendimos a captar. De hecho, es bastante infernal ser una, no lo intenten: no hay palabra que diga o cante Taylor que no la sometamos a un análisis para tratar de abarcarlo todo y entender de qué habla.
Y, por si a la crítica rancia le faltaban pruebas, en plena pandemia sacó dos discos con un sonido completamente diferente (folk-indie) y con canciones en donde se corrió del lugar protagónico para situarse en el de narradora de historias de otros personajes (ya hablamos algo de eso acá). ¿El resultado? Dos obras de arte que la acercaron a otros públicos y artistas y le hicieron ganar el respeto de la industria.
Por último, hay algo de lo universal que hace que conecte(mos) con ella: las canciones de Taylor hablan de su experiencia personal, sí, pero también hablan de tu historia, de la de tu amiga, de la mía. Taylor no hace otra cosa más que hablar de existir en este mundo, del amor en todas sus formas, de las inseguridades, miedos y fantasmas que nos acosan, de ser mujer en un mundo injusto, de plantarse firme, del deseo, de la amistad, de mostrarse vulnerable.
De una u otra manera Taylor logra tocar a todo el mundo. Pese a la distancia que nos separa, todas las chicas atravesamos las mismas etapas en la vida. Todas sufrimos, lloramos, deseamos intensamente, nos enamoramos, nos traicionaron, soñamos, nos preguntamos qué viene luego, nos despertamos en la realidad. Las swifties somos swifties porque nos identificamos fácilmente con eso. O yo al menos lo hago desde los 15 años.
Swifties run the world
Para mí ser swiftie es dejarse abrazar por una pasión que no conoce límites. Para mí, y pensando en su esencia, ser swiftie es en cierto sentido como ser peronista o de bokita (lo primero lo digo como protagonista; lo segundo, como observadora): siempre es una fiesta que nadie termina de diluir. Como habrás notado, hay una fuerza ahí súper poderosa, pasión, alegría y una convicción colectiva contagiosa.
Ser swiftie es que Taylor Swift y su arte te atraviesen y marquen el ritmo de tu vida. Es trasnochar para bancar algún lanzamiento nuevo. Es tener gusto por la observación minuciosa, encontrar pistas escondidas, deducir cosas, hacer hipótesis. Es haber crecido a la par que ella, en el mejor de los casos y esperar 15 años para poder verla.
Mientras Taylor hacía los sets de Fearless y Red, aquellos que más marcaron mi adolescencia, caí en la cuenta realmente de ese factor universal con el que siempre insisto. Ver a mujeres a quienes doblo en edad (o más) cantar a los gritos las mismas canciones que me acompañan a mí desde los 15 es muy impactante. Intercambiar pulseras y compartir ideas con nenas que me contaban que era su primer recital en la vida fue alucinante porque nos separa un abismo de etapas vividas, pero de algún modo me hicieron viajar a esa adolescencia aventurera que nunca tuve. Su música es transversal a varias generaciones y persiste en el tiempo porque Taylor crece y evoluciona con ellas, y nosotras crecemos con ella.
¿Qué representa para mí haber ido?
Fui a ver a Taylor por primera vez en mi vida por mi cuenta, pero no fui sola. También fue esa Sofi adolescente que se sentía invisible en la escuela y buscaba llenar un vacío con un boletín de calificaciones llamativo. Fue la que creía en la fantasía de ser descubierta por un Romeo como en “Love Story”. La que vio una tarde el video de “You Belong With Me” y sintió que Taylor le hablaba. La Sofi de los mid 20s que estaba empezando a salir de su etapa más oscura cuando vio Miss Americana en Netflix y entendió la crisis de Taylor en 1989. La que cantó a los gritos “All Too Well” para procesar alguna desilusión de menor magnitud porque gustar de varones es una cagada la mayor parte del tiempo. La que puso Reputation como soundtrack de su vida. La que usó “Delicate” para preguntarse si era muy pronto para decirle a su varón favorito que lo amaba y por dentro rogaba que él también lo hiciera. La folklorevermore girl porque el otoño es su estación. La Sofi que siempre, pero siempre, se siente la “Anti-Hero” de su propia historia.
A Taylor le agradezco animarse a hacer del arte de contar historias, la historia de su vida.
Te amo para siempre, Taylor Swift.
Hasta la próxima
Holaaaa, ¿cómo estás?
¡Gracias por leer hasta acá! 🙂 💌
Bueno, lloré mucho escribiendo esta mega edición. Tuve que tomarme un buen tiempo para procesar lo que representa para mí haber cumplido uno de mis mayores sueños, reconstruirlo y traducirlo, pero estoy muy satisfecha con el resultado (sí, son como 13 páginas, lo cual no lo convierte precisamente en un resumen).
Sí, el bajón posterior fue difícil. Y no, no tuve amnesia post concierto.
Y sí, la situación de completa crisis de nuestro país hoy hace que se sienta como el último momento de felicidad colectiva que experimentó el país.
A nivel personal, todavía me quedaba un momento canónico de mi año por vivir, que ahora ya sucedió. Ahora es tiempo de rearmarse, buscar refugio y pensar en el año entrante. Y descansar, como se pueda (no te voy a mentir: anhelo con pasar un mes libre de responsabilidades laborales y lejos de CABA escribiendo, nadando, leyendo, caminando, comiendo, paseando y durmiendo).
Te deseo un fin de año lo más pacífico posible y que nunca falten el refugio y la ternura.
Si querés invitarme a un cafecito o matecito virtual, podés hacerlo en este link. También podés recomendarle Fárrago a alguien, escribirme o compartirlo en redes y etiquetarme (estoy acá). 💡
Si te interesa leer las otras ediciones anteriores de Fárrago, este es el lugar.
Nos volvemos a encontrar el mes que viene con más análisis y recomendaciones aptas para surfear el verano.
¡Que tengas un hermoso día!
Un abrazo,
Sofi