«Pienso que el invierno y el verano plenos, a pesar de que parecen escapar a la idea de variación de un estado en su punto más alto, en el fondo guardan la tristeza de lo efímero. La inmovilidad no es más que una ilusión. Ya no anhelo el verano, sino el invierno pleno que está terminando»
Virginia Higa - El hechizo del verano
¡Hola!
Hoy decidí inaugurar una nueva sección de Fárrago: ediciones más cortitas en donde te comparto algunas cosas random que me gustaron y quedaron afuera de las ediciones principales.
En esta ocasión quiero compartirte diez cosas que me gustaron de la primera mitad de este verano. ¡Espero que te sirva de inspiración!
El verano, para algunas personas, está llegando a su fin; para otras, quizás recién comienza porque se acercan unas ansiadas vacaciones. Para la mayoría, el verano quizás representa solo otro puñado de meses más que hay que atravesar y ya.
Una pregunta que estuvo rondando mi cabeza en enero fue: ¿qué es el verano para mí hoy?.
En 2024 el concepto “verano” tiene un sentido bastante distinto al que tenía hace dos, diez y veinte años. La memoria es una función del cerebro por demás interesante que se encarga, por ejemplo, de pintarnos el retrato que hacemos de nuestras temporadas estivales. Históricamente para mí es tiempo de pausa obligada: un mes que queda por fuera de todo ciclo lectivo y en el que muchas personas se toman vacaciones. Este año siento que es el primer verano en el que trabajo igual que siempre (obligada, mucho) y enero se pasó por momentos rápido y por momentos, demasiado lento.
Conceptualmente, el verano en mi imaginación sigue siendo una época de lentitud que sólo es divertida si implica hacer planes sin horarios ni demasiado (o nulo) trabajo. Una estación que debería estar atravesada por levantarse más tarde, desayunar todos los días como si fuera sábado y mojar las patitas en el agua. Así es como mi memoria romantiza los veranos de mi infancia viviendo en Villa Gesell. En la vida real, el verano en la Ciudad de Buenos Aires sin perspectiva de viajar a otro lado es para mí un mes extenuante, una prolongación de los diciembres infernales en todo sentido.
Sin embargo, si el verano para mí es sinónimo de pausa porque coinciden con “estar de vacaciones” (no necesariamente “irse”), ¿por qué no buscar esa pausa en otra época del año? O mejor, ¿por qué no buscar esa pausa en pequeñas acciones que generen un descanso continuo?
No me resulta muy sano asociar al verano con el descanso como si fueran inseparables, pero no tengo todavía una respuesta para mis elucubraciones. Quizás el invierno (estación clave para mí porque es mi propio fin de año y un momento de reagrupamiento interno) funcione de igual manera.
Te invito a preguntarte, entonces, ¿cuál es tu verano?
11 cosas que me gustaron de la primera mitad del verano
En la semana entre fiestas tuve el enorme privilegio de que me regalen una entrada para ir a ver por primera vez un ballet en el Teatro Colón, algo que espero desde la adolescencia. Yo ya había realizado la visita guiada en donde recorrés el teatro y te cuentan sobre su arquitectura e historia, pero nunca había ido como espectadora y, así como pienso sobre el arte en general, creo que ver un espectáculo en el Colón es una experiencia increíble a la que todo el mundo debería poder acceder.
La cuestión es que me invitaron a ver el El corsario, un ballet en tres actos de 1856 inspirado en el poema The Corsair de Lord Byron. La historia narra la aventura del pirata Conrad y sus hombres navegando hacia Turquía. Al llegar al bazar de esclavas de Lankendem, Conrad se enamora de Medora. Cuando el Pashá Said, gobernador de la ciudad, llega al mercado, Lankendem le ofrece algunas de sus prisioneras: él elige a Gulnara y la compra. Alí, esclavo de Conrad, intenta escapar con Medora, pero Lankendem los atrapa. Obnubilado por la belleza de Medora, Said decide comprarla. Conrad ordena a Alí que la rescate y prepara a sus hombres para atacar la ciudad.
Si lo pensás dos segundos, el argumento es terrible: de base habla de trata de blancas pero no lo problematiza ni una pizca. En ese sentido te pido no que finjamos demencia sino que lo interpretemos en contexto y que, en todo caso, le prestes atención a lo siguiente: lo que me fascinó por completo no es el argumento, sino la puesta en escena del Teatro Colón. No sabés el impacto que tiene en mi vida haber visto, apenas se corre el telón por primera vez, ese barco gigante hecho de cartón que me miraba fijamente desde lo profundo del escenario. La fuerza de la escenografía es impactante porque juega con diferentes planos de lectura y alturas para crear el set de cada uno de los tres actos. Una labor puramente artesanal en donde se utiliza desde el diseño de luces hasta efectos analógicos que implican dos personas desde bambalinas agitando unas telas por sus extremos para crear la ilusión del oleaje.
Nunca había visto un ballet y también debo decir que, como buena
amante de la danza, me impresionó muchísimo ver gente tan talentosa usando su cuerpo de maneras humanamente imposibles para contar una historia *llora de emoción*. Mi recomendación es que, si reponen esta puesta en escena alguna vez, trates de ir, y sino, que sepas que cualquier ballet del Teatro Colón es seguro una experiencia inolvidable.
P.D.: ¡Gracias por las entradas a Clari! (que además no solo hizo al mejor bebé que conocí en la vida sino que también es lectora de Fárrago).
Leí mis primeros 9 libros del año y la mayoría me gustaron mucho, pero en particular disfruté mi primerísima lectura del 2024, un libro de ensayos llamado El hechizo del verano (2023, Sigilo).
Virginia Higa emigró en 2017 a Estocolmo, Suecia, pocos meses antes de publicar Los sorrentinos, su primera novela (y una verdadera joya literaria que no me canso de recomendar). Allí formó una familia y comenzó a escribir los textos que forman parte de este libro.
En estos ensayos, la autora nos invita a observar la cotidianeidad con una mirada sensible, atenta y curiosa. Desde reflexiones sobre el lenguaje en general y aprender una lengua completamente nueva y ajena, hasta encontrar refugio en las películas de Eric Rohmer y su trabajo de la luz: todo parte de la experiencia sensible y la más pura curiosidad intelectual. Las anécdotas son de lo más diverso: aprender a patinar sobre un lago congelado, la vida en un país en el que el se aprende a sobrevivir al letargo del invierno sin sol, criar a un hijo y tejer redes, diferencias culturales entorno al dinero y la existencia exclusiva en Suecia de una especie desconocida: los “viejos felices”.
Es, como su primera novela, de esas lecturas que estirás todo lo posible para no terminarlas porque atravesarlas es un placer y terminarlas, casi una lástima
Hablando de leer, uno de los primeros domingos de enero fui a una movida que organizó @elidhios: un plancito para juntarse con otras personas lectoras a merendar y conversar sobre algún libro. El elegido del “Club de domingo” fue un cuento de Alejandra Kamiya, que pertenece a su último libro La paciencia del agua sobre cada piedra. Obviamente, si a mí me dicen leer + picnic + amigas, voy de cabeza y no me equivoqué: la pasé súper bien, conocí mujeres súper interesantes, todas recontra creativas y lectoras, ¡y hasta me crucé con una lectora de Fárrago! (hola, Denu!).
La calidad del cine que estuve mirando (en la destacada “film journal” de Instagram encuentran un resumen actualizado). Realmente me cuesta elegir una de las 15 que llevo vistas, pero si tuviera que recomendarte arrancar por alguna, sin dudas es Anatomy of a Fall. Dirigida por Justine Triet (la única mujer directora que los Oscars quisieron nominar este año), es una película sobre el intento de aclarar la misteriosa muerte de un hombre y el consecuente juicio que afronta su viuda (acusada de posible homicidio). Pero, en realidad, es una radiografía de una relación y su desmoronamiento magistralmente escrita, dirigida y actuada. Mirala por favor que seguramente sea de las mejores pelis del año (se estrenó el año pasado, yo la cuento como peli del 2024 porque la vi ahora).
La misión en la que me embarqué para recuperar algunos libros clave en mi historia que, por diversos motivos, no tengo en mi biblioteca. Por un lado, estoy rastreando las viejas ediciones de Las crónicas de Narnia y haciendo la relectura número 10, probablemente. No leo la saga desde los 12 años, aproximadamente, y es toda una aventura hacerlo desde una mirada más madura. Tengo mucho para que analicemos al respecto, porque C.S. Lewis no solo escribió una historia fantástica sobre la lucha entre el bien y el mal que se convirtió en un clásico de la literatura infantil y juvenil, sino que se las ingenió para hacer una alegoría cristiana y basarse ampliamente en historias bíblicas. Me parece fascinante no el hecho en sí (pues no soy cristiana ni católica ni estoy de acuerdo con la mayoría de lo que piensa Lewis), sino descubrir cómo lo hizo y encontrar esas pistas que a los 11 años no sabía ver.
Ir a un restaurante griego por primera vez: conocí Kefi, en Palermo. Hay mucha opciones para elegir, todas tentadoras y realmente no recuerdo cómo se llama lo que comimos, pero estaba muy bueno (en mi caso fue una especie de taco relleno).
Mi primera clase en la vida de pilates: me gustó mucho y no puedo creer lo mucho que me dolieron algunos músculos durante esa semana. Este año tengo que mejorar mi frecuencia y cantidad de actividad física semanal, entre otras cuestiones asociadas, así que tengo como meta construir el hábito de ir al menos dos veces por semana a pilates a la mañana (además de ir a mis clases de danza irlandesa, claro).
Las dos sessions de música irlandesa de enero en Slainte, el pub de Devoto que las aloja. Una “session” es una juntada que puede tener lugar en un pub pero también en cualquier casa, y cuya esencia radica en llevar tu o tus instrumentos y tocar en grupo. Y, si hay gente que baila algo y siente ganas de acompañar, también se suman. Tengo la suerte de que mi pareja es una de las personas más manijas y talentosas del mundillo irlandés y que, luego de unos cuantos meses de pausa, se hayan reanudado las sessions en este pub. Si querés chusmear ir a tomar una pinta y escuchar gente muy talentosa, chusmeá esta cuenta. Por ahora hay al menos una session por mes. Y, si querés saber más de lo que estoy hablando, en esta edición de San Patricio del año pasado escribí mucho al respecto.
Incorporar el conocimiento sobre el inglés rótico versus el no rótico. De acuerdo con el texto “El sonido como ocupación”, de Leticia Obeid, «el inglés que se habla en Estados Unidos es rótico y el que se habla en el Reino Unido es no rótico». Esto hace referencia a la pronunciación o no de la letra “r”: art o aat, born o boon. «En el rótico se pronuncia la r en cualquier posición de la palabra y en el no rótico la r se vuelve muda si está ubicada después de una vocal». Información muy nerda de Letras y Lingüística que me encanta. Este texto de Obeid gira en torno a cómo en series de ficción que recrean hechos de un pasado histórico se elige a própósito utilizar el inglés rótico, “el de la BBC” (lo que conocemos como “británico”). ¿Y si el pasado suena diferente a como lo imaginamos?
El extra cremoso helado de sambayón de Heladería Italia: un postre que preparan sin lugar a dudas en la cocina del cielo.
Este video con Paul Mescal, mi novio de internet, el amor platónico de mi vida (?), como invitado a un programa de YouTube en donde la conductora, Amelia Dimoldenberg, finge estar en una cita. Son los mejores ocho minutos de YouTube.
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¡Gracias por leer hasta acá! 🙂 💌
Realmente no me alcanzan las palabras para hablar especialmente de los libros y pelis de estas últimas semanas: ¡quisiera escribir un texto o grabar un episodio de podcast para cada uno!
Imaginate que, al cierre de esta edición, acabo de volver del cine: fui a ver Poor Things y estoy FASCINADA, pero lo dejamos para la próxima.
Nos vemos en la próxima edición regular de Fárrago, el primer domingo de marzo.
Si querés invitarme a un cafecito o matecito virtual, podés hacerlo en este link. 💡También podés recomendarle Fárrago a alguien, escribirme o compartirlo en redes y etiquetarme (ahora nos llamamos “Fárrago club” y estoy acá y acá).
Si te interesa leer las otras ediciones anteriores de Fárrago, este es el lugar.
¡Que tengas un hermoso día!
Un abrazo,
Sofi
ajajajajaja recién vuelvo de las vacas y me siento a leer los mails atrasados, me causó mucha gracia la mención
ay las pelis tremendas están!
ya quiero que salga la de paul en marzo
me anoto para leer el libro de Higa
gran intervalo <3