“Tenía ideas definidas de qué quería hacer, pero no tenía la menor idea de cómo hacerlo”.
“Un escritor se siente mucho más cercano a un artesano, un granjero, un carpintero, a cualquiera que trabaje con las manos, que a un oficinista o un contable. Existe una verdadera afinidad entre las personas que hacen algo (...)”.
May Sarton, Anhelo de raíces
Escribo para ponerme en movimiento. Cuando escribo, de alguna manera me muevo, incluso cuando siento que mi cerebro responde cada vez más lento o cuando mi cuerpo parece pedirme más combustible del que tengo para darle.
Cuando tenía siete años ví por primera vez Harriet, the spy (Harriet, la espía), una película de Nickelodeon estrenada en 1996 que me flechó por completo y que sentó algunas de las bases de mi personalidad. Michelle Trachtenberg interpreta a Harriet M. Welsch, una niña de once años que ama observar y registrar lo que ve más que nada en la vida. Sueña con ser periodista y lleva encima su bitácora privada a todos lados, en la que vuelca relatos e ideas sobre sus amigues de la escuela y sus vecines. Anhela escribir para el diario de su escuela y su mejor plan individual es ponerse un piloto amarillo (yo tengo uno, POR SUPUESTO 💛), llevar su libreta, un lápiz y unos binoculares y transformarse en espía. Harriet, obviamente, tiene una gran capacidad analítica y puede poner el foco en detalles que le permiten armar un mapa de las personas que forman su barrio. “I want to remember everything and I want to know everything”, responde ante la inquietud sobre por qué espía y se la pasa sumergida en su cuaderno.📓
✨La película aborda en clave de comedia el dolor que implica crecer y cómo los conflictos nos hacen madurar. Además, trabaja sobre el valor de la amistad, los prejuicios según la lente con la que se mira a algo o alguien, las diferencias de clase, la venganza como recurso resolutivo, los roles sociales en un grupo y la crueldad infantil.
Algo para prestarle atención es el arco narrativo de Golly, la niñera de Harriet con quien que ésta tiene una relación muy estrecha. Golly es su referente adulto y juega un papel fundamental en el salto de madurez de la protagonista porque es quien, cuando decide renunciar (previo despido impulsivo por parte de la señora Welsch), corre el velo para dejar en evidencia que ser niñera es un trabajo más. Una tarea de cuidado que les permitió forjar un vínculo íntimo (Golly es más madre para Harriet que su propia madre), pero un trabajo en fin. Me gusta, además, el detalle de cómo se retrata el crecimiento de Harriet hacia el final de la película, cuando finalmente gana la candidatura a editora del periódico escolar y la vemos ya no espiando y anotando en su bitácora, sino tipeando artículos en una máquina de escribir. Por otra parte, los looks son espectaculares y súper inspiradores, y toda la cinta es tan otonnial y noventera que me emociona. ✨
✨Harriet M. Welsch, como Jo March, representa parte de mi esencia. Es la Sofi que ama mirar y anotar, la periodista, la que desea trabajar de escribir. Harriet me recuerda que me gusta la calma pero que al mismo tiempo necesito el movimiento. Yo también quiero observar y escribirlo todo.
Anhelo de raíces
¿Cómo se transforma una casa en un hogar?
“Me pregunté si había tomado una decisión descabellada, si estaba asumiendo más de lo que podía abarcar, si tenía los recursos necesarios para vivir allí, si no estaría siendo una huida desastrosa hacia la nada”.
Estuve leyendo Anhelo de raíces, esta crónica/diario que escribió May Sarton en 1968 (lo edita Gallo Nero y cada tanto aparece en librerías). Sarton fue una escritora y docente que en los años cincuenta compró una casa de campo antigua en el pueblo de Nelson (New Hampshire) y, luego de soñar con su casa ideal, comienza una nueva vida en comunión con la quietud y la naturaleza. Me pareció un libro precioso de principio a fin porque la autora nos habla de todo el proceso de remodelación y construcción de su refugio, de la mudanza y la adaptación a su nueva vida, y sobre cómo a partir de detalles y rituales logra apropiarse del espacio para convertirlo en su hogar. “El pasado, mi pasado, se marchaba amablemente para dejar lugar a aquel otro pasado, el pasado de la casa, del que apenas sabía nada”, escribe en el relato, en el que reflexiona además sobre la amistad y el amor; la crisis de mediana edad, las rutinas y la vida del pueblo; la escritura y su universo creativo. Tiene unas imágenes sensoriales realmente hermosas: las del silencio son de mis favoritas.
“El silencio era el alimento que buscaba, silencio y solo campo -árboles, prados, colinas, aire libre-. Había ido buscando aire, luz, espacio y ahora veía que era exactamente lo que la casa tenía para darme”.
“Y además, enraizada con la canción, oí el silencio (...) Traigo el mundo conmigo, pero en determinado momento el mundo se desmorona y entro en el silencio que reestablece la vida”.
📚Lo leí en tres sentadas y cada vez que me sumergí en sus páginas me transporté por un ratito a ese entorno natural y calmo que nos regala.
Lo que estuve…
Mirando: este corto precioso llamado The Kiosk. Olga es una kiosquera alegre que observa y atiende a las personas que pasan a diario por su puesto, en el que está físicamente atorada y no puede moverse. Cuando cae la noche se siente sola y sueña con huir de su vida monótona, hasta que un imprevisto le da el empujoncito que necesitaba para moverse. El corto fue realizado en 2013 por la suiza Anete Melece y tiene no solo unas ilustraciones preciosas (me recuerda al estilo de María Luque, de quien te hablé acá), sino también un mensaje muy lindo.
Leyendo:
📚Leí y terminé en una sentada la novela La bahía, de Cynan Jones, que me gustó y me conmovió (aguante Chai editora y todo su catálogo, by the way). Sin embargo, lo que acaparó mi atención absoluta en la última semana es esta excelente crónica de Nicolás Baintrub para Revista Anfibia. El artículo, de acuerdo con la bajada del título, es una “radiografía de Revolución Federal, el grupo de la ultraderecha liberal que propone ‘cárcel o bala’ para los kirchneristas”. Escalofriante por donde se la aborde, no es mi intención hacer análisis de algún tipo por acá, pero sí me parece necesario recomendar que la leas para, por un lado, entender cómo ya estamos sumergidos en un clima social local irremontable en el que los límites están peligrosamente desdibujados (me remito a lo que escribí en la edición pasada). Por el otro, para comprender el surgimiento de este grupo como un fenómeno situado en un contexto internacional de avance de las derechas extremas en el poder político (Estados Unidos con Trump y la toma del Capitolio, Brasil y Bolsonaro, etc.). Y por último, porque además está muy bien armada y escrita y tiene un trabajo de fotografía impecable. Al leerla me pareció que tiene claras influencias de la periodista Leila Guerriero, la mejor de todes nosotres.
Este texto sobre maneras de viajar de la psicóloga y escritora Alexandra Kohan, que me pareció muy lindo. Te comparto un fragmento:
“El otro día me escuché diciendo ‘yo viajo como leo’. Lo dije a propósito de las distintas maneras de leer y de viajar, de cada uno y de cada época. Porque así como cada época pone en juego distintas maneras de leer, también evidencia maneras distintas de viajar. ¿Cómo se lee hoy? ¿Cómo se viaja hoy? (...) Y es que también mi manera de leer ha cambiado muchísimo a lo largo de los años. Viajo como leo: no pretendo saber demasiado antes del viaje, no pretendo conocer lo que hay que conocer, no hago recorridos definidos previamente, no preveo los lugares que voy a visitar (...). Como en la lectura, desecho la información disponible para abocarme al texto, ese del que se va a desprender un saber como efecto”.
Observando:
✨Ya sé que su calidad nutricional es mala y etc, pero hace muy poquito descubrí algo que me saca del apuro y el antojo cuando es tan fin de mes que duele pero todavía tengo dos billetes de cien: el alfajor helado Shot de Grido🍧. Yo soy fanática del helado: podría comer los 365 días del año un poco y sería feliz. Jamás me aburre y tendría siempre un stock variado en un freezer. Claramente llevo un registro de mis heladerías preferidas (por calidad artesanal) y tengo elegidos mis sabores favoritos separados por gustos y lugares (por ejemplo: el sambayón de Helados Italia, el chocolate amargo y la vainilla de Cadore, el dulce de leche de POT y así podría estar largo rato hablando). A mí ni siquiera me atrae el chocolate Shot, pero el alfajor helado de Grido vale tan solo $169 al momento de escribir estas líneas y me sorprendió lo rico que me resulta. Llegué a él por recomendación de Tip Tag, mi newsletter gastro favorito, y yo que vos le doy una chance.
Hasta la próxima
Hola, vos: ¡muchas gracias por llegar hasta acá! ¿Cómo te encuentra esta edición de Fárrago hoy?
Esto sale en un horario y día diferente del domingo porque, como notarás, no llegué a terminarlo para ayer, pero tenía muchas ganas de que saliera y pocas de esperar al próximo domingo.
Antes de irme te quiero dejar una recomendación/invitación más: este jueves la genia de Florencia Sichel presenta su libro “¿Y vos qué pensás?: un viaje filosófico por las ideas”, que, si bien todavía no lo pude leer, por lo que vi me parece una gran propuesta. Está destinado a personas de entre 7 y 13 años para pensar y debatir en torno a la libertad, el amor, el tiempo y las demás grandes ideas de la filosofía y creo que le puede servir a madres, padres, docentes y cualquiera que acompañe crianzas. Florencia es filósofa, docente y mamá y, entre otras cosas, escribe el newsletter Harta(s) sobre filosofía y maternidad. La sigo desde sus primeras ediciones y la banco desde entonces (de hecho, fue la primera reseña que publiqué en prensa fue sobre su trabajo), así que me parece un planazo ir a este evento.
¿Cuándo, dónde, cómo? Este jueves 29/9 a las 19 hs, en la hermosa librería Eterna Cadencia. Entrada libre y gratuita. Acá más info.
Gracias por leer hasta acá, y si sos de las nuevas personas que se suscribieron en estas semanas, ¡bienvenide! ☺️
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Un abrazo,
Sofi